Yo: Feliz cumpleaños ¿Cómo te sientes?
Mi amigo: Como si mis huesos estuvieran rotos.
Yo: Solo es un número.
Mi amigo: 30 años.
Yo: ...
Mi amigo: Y no logre nada.
No, al final fracaso, lloro como un bebé cuando se quedo sin trabajo, ya no lo volví a ver, tendria 32 años ya.
Ya murió.
Es extraño, como dijo Murakami: estaba en plena juventud, y mi vida giraba en torno a la muerte.
Jamás la mia.