Naranjo en tu laberinto,
desde Gádor a Rioja,
naranjo que Almería aloja,
con la solera del vino tinto.
Tus hijas, de piel amarga,
de carne ácida y anaranjada,
sangran la pócima amada,
e invitan, a una fiesta larga.
Cuando la primavera asoma,
blancas esmeraldas te adoran,
y de alegría lloran,
esencias de un intenso aroma.
Por las calles de los azahares,
fragancias entrelazadas
erguidas, y agarradas,
dejan huellas con los andares.
De tristeza, a veces, falleces,
y la tristeza se expande,
entre nostalgias tan grandes,
que al río Andarax, desvaneces.
José Antonio Artés