Cuantas veces maldije mi cuarto, cuantas otras mi cama fue un festín. Varias veces las escaleras me hicieron caer y otras tantas embriagado reír.
El tiempo, la noche y yo fuimos amantes de la desilusión. Pero eso sí, también testigos claves de un excitante amor
Aún después de arrastrarme por un par de monedas hoy comprendo que el dinero lento no es siempre el mejor. ¿Pagas con el tiempo de tu vida, no es así ?
En el horizonte hundido de vez en cuando yo vi, brotar puntos de luz.
Hoy con la casa vacía y solo licor en el refrigerador, me olvido de los fantasmas con los que desbordé de placer mi habitación, y solo pienso en lo culpable que fui al jamás decidir si ser o no ser feliz