Sierdi

EL SEÑOR ME ESCUCHÓ

 

Mandé, mi mansa voz,

A encumbrar, los altos cielos.

Con peticiones de angustia,

Un triste final, ya me parecía.

Mi voz estaba herida, sangraba, desfallecía.

 

Un afligido gemido, clamé a mi Padre.

No son pataletas, de niño arrogante.

Son gritos, pidiendo auxilio, agonizante.

 

El me escuchará… pido su bondad.

 

El Señor me escuchó, Él tiene misericordia.

Cuando lo busqué, en el día de mi angustia.

Alcé a él mi voz, Y el cielo Él me abrió,

Y escucho mi voz…