El finiquito de las vacaciones llega a su fin,
Hay que renovar el contrato otra vez,
Pronto el otoño entrara con sus escarchas
Y las rutinas volverán otra vez, al amanecer…
Es ley de vida renovar las noches y días,
La casa de la playa se cierra otra vez
Y la soledad del silencio la oscurecerá
Sueños alegrías penas y baños de placer…
A setenta y siete kilómetros se queda Sola
La casa estival, silencio pulcro silencio
Que pasa por los años dejando su huella,
Así es la vida sin más, disfrute y misterio…
Nosotros mismos somos los arquitectos
Que trazamos, nuestra manera de vivir
¡Y mientras se quebrantan los cimientos!
De nuestro mismo ser, vivir hasta el fin…
¿Pero donde está la meta, de nuestra vida?
Somos pasajeros transeúntes en la tierra,
Cuerpos que respiramos gracias a nuestra vía
Maquina cerebral y corazón que respira…
Nadie puede hacer nada para alargar,
La estancia en la tierra y nuestro trabajar
Miles lunas y mil soles, veremos despertar
Antes del último segundo, de nuestro respirar…
Cuando mueren los latidos línea continúa,
Que dibujas en la maquina, del corazón
Expedienté del finiquito del más allá,
El alma al cielo volverá, a renovar la ilusión…
Y nuestra carne se convertirá en polvo,
En el cementerio de nuestra ciudad,
Silencios que son mortales, en su lodo
El final del verano se extingue sin maldad.
¡Cuadro que dibuja quizás mis locuras! ¿Ó quien sabe si me he adentrado, en alguna realidad?
Modesto Ruiz Martínez / Miercoles, 25 de Agosto de 2010