un día, cansado ya de fracasos
y de horridos y espantosos dolores
incauto me fui a meter en tus brazos
y conocí sentimientos escasos
en ti... cuando se trataba de amores.
Vi de mi antaño mal, cosas peores
pues tu carnosa y atrayente boca
llena toda de exquisitos sabores,
dentro, escondía tristezas mayores...
¡tú tenías un corazón de roca.!
Tus besos un día se marchitaron
y mi corazón no te perdonó
y tus labios entonces me buscaron
y entonces dije: ¡les dije ya no.!