Ella tiene en su pecho una armadura,
es fuerte y no desiste en su lucha,
tan precioso es tenerlas
y sentir ese amor que arruya.
Tocar sus manos,
ese preciado calor que transmiten,
y ese pecho que te reconforta,
que alegra hasta las noches más grises.
Dios me bendijo contigo,
reina de mi vida,
Y solo me queda por decirte...
gracias por los cuidados y caricias.