Hacer el quite
es un acto de fe
y amor, un milagro,
una obra de Dios.
No es un derecho
ni un deber,
es un instante de luz
y de intenso menester,
donde alguien aflora
para sacar de aprietos
a un ser.
A veces,
las puertas se trancan,
se mira alrededor,
se agotan opciones,
y, cuando todo luce perdido,
aparece otro ser,
con don de gente,
para resolver.
Hacer el quite,
expresión taurina,
que grafica el momento
en que una persona
quita el toro de encima para evitar la cornada. Nada más parecido
a las salvadas,
que familias y amigos protagonizan,
en las dificultades.
A todos,
héroes y heroínas
de la cotidianidad,
la gratitud,
por la llovizna de amor
que esparcen
en los fértiles prados
del hogar.