Hay noviazgos tóxicos, forzados, empalagosos, cursis, y luego está el mío, un tanto inusual. Eran las 10 a.m. de ese domingo, en el pasado odiaba el inicio de semana porque siempre me quedaba sola en casa, pero con el tiempo se han vuelto de mi agrado.
\"Paso por ti en 10 minutos\" es lo que decía su mensaje. Intentaba arreglarme el cabello, sin éxito realmente, solo logré 2 chongos que me hacían ver como alguien de 12 o 13 años, y en mi intento de hacerme ver como la chica de 17 años que soy, elegí unos shorts a la cintura que me hicieran ver sexy y una blusa verde como la oliva que tenía un buen escote y hacía juego con los tines. Empiezo a acostumbrarme a su impuntualidad, al cabo de 15 minutos o probablemente más, lo vi llegar, vestía pantalones de mezclilla gris y una playera negra, pero lo más hermoso fue la resplandeciente sonrisa en su rostro.
Él, como todo caballero me abre la puerta del auto, subo y luego él, y tomamos camino.
- ¿A dónde vamos?
- No sé por qué lo preguntas si ya sabes que no te lo diré.
Yo lo sabía pero me gustaba intentarlo y a él le encantaba dejarme curiosa.
En una buena aventura nunca pueden faltar las botanas y las bebidas. Mientras mi mano se dirigía a mi boca y luego a la de él, porque claro está que su atención debía estar en la carretera y no en una bolsa de frituras, mi playlist de Spotify sonaba de fondo, siendo nuestras voces cantando y riendo los protagonistas.
Él, por alguna razón, es muy despistado, y como casi siempre en nuestras salidas, su celular, que era el único con datos para Google Maps, se quedó sin pila, por suerte solo faltaban alrededor de 2 minutos para llegar, ambos reímos y continuamos el camino.
Una montaña con vista a una hermosa cascada y un río abajo. Comenzamos a caminar para encontrar el río, un sendero tan pacífico cubierto de altos árboles. No era un recorrido corto, por lo que nos contamos historias para matar el tiempo, 2 de amor y 1 de terror/suspenso, mi favorita: \"El último viaje con mis amigos\", siendo sincera yo le habría puesto \"Impredecible rojizo\" o algo por el estilo, pero no fue mi historia.
Una vez que llegamos al río notamos que el camino seguía, y seguimos junto a él.
Él decía temer a toparnos con un oso y yo realmente temía a encontrarme con una serpiente, es un miedo muy común pero el mío se basa en sueños y experiencias de antaño. A pesar de todo ninguno de los dos retrocedió por sus miedos, sabíamos que tomados de la mano se volvían menos aterradores.
Sin imaginarlo hallamos un lugar, nuestro lugar, como si nos estuviese esperando, privado y perfecto para frenar ese calor en mi cuerpo. Estaba tan acalorada que sin pensarlo me quité la playera quedando solo en sostén. Él, tan arriesgado, me convenció de sumergirnos en el río de agua fría. Paso a paso avanzamos hacia el centro, cuando ya estuvimos a 2 movimientos de lo profundo, recordamos que ninguno de los 2 traía ropa extra, por lo que nuevamente fui convencida de proceder solo en ropa interior, no era la primera vez que sus ojos me miraban así, pero no logro acostumbrarme y tenía algo de pena.
Había visto escenas así en las películas y soñaba con vivirlo algún día, nuevamente sin planearlo, mi sueño se había hecho realidad.
Fue todo un proceso el que pusiéramos nuestro cuerpo completo entre el agua, estaba más fría de lo que imaginamos. Fue todo un reto pero al final tuvimos éxito.
Después de varios minutos de buscar un lugar cómodo en el río para ambos, la pasión y el deseo hicieron presencia en ese tan hermoso momento. Semi-desnudos en un río de agua fresca, el sonido del agua corriendo, de las hojas de los árboles chocando entre sí y el canto de las aves quedaron opacados por los excitantes sonidos de placer que me emanaban de mí. Escalofríos dominaban mi piel, me brindaba lo mejor de él con su tacto agudizando mi sentir. Miraba entre ese hueco que formaban los árboles donde asomaba perfectamente el sol, rayos de luz cortaban con mi rostro, y sentía su cuerpo junto al mío, tan fresco y a la vez tan caliente, sediento del deseo que compartíamos, ser uno solo.
En ese momento la naturaleza plasmaba en la historia un poema al querer, uno de tantos pero único, pues la chispa de esa magia apareció sin avisar, como surgen las más grandes cosas.
Salimos del río y mi tortura comenzó, el camino de regreso. La idea de cantar para olvidarme del agotamiento que sentían mis débiles pies funcionó, al menos la mayor parte del tiempo.
De vuelta a casa íbamos sin mapa pero llenos de felicidad. Mil y un facetas se manifestaron en mí, debió ser la combinación de mi euforia y la bebida energizante que bebí simulando que era una lata de alcohol.
Mi voz cantando desde k-pop hasta un poco de banda, y es que considero que habiendo variedad de géneros musicales no deberían limitarse a uno.
Dos chicos inusuales, en las carreteras de Carolina, muertos de risa, más vivos que nunca.