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**~Novela Corta - La Rosa que Ama - Parte IV Final~**

Y viajó por el mundo Rosa Violeta, cuando en el imperio de sus ojazos negros era la rosa que ama. Porque en el camino sólo sintió un frío perenne de ese adiós al amor y a la pasión vehemente del amor de un hombre. Cuando en el instante de ver y de sentir el aire que le rozaba la piel, sólo ella pensaba e imaginaba en el trance perfecto de la vida y de la verdad a cuestas de la perdida razón. Cuando sólo le llegó la locura y con el dolor de quedar sola. Cuando en el olvido quedó el amor y no lo encontró jamás, cuando lo siente como por primera vez en el alma, como si fuera interrumpir el desastre de creer en la pesadilla de vivir sintiendo soledad y siendo solitaria en una entrada de edad de un tiempo en que no halló jamás un amor como el de nunca. Cuando en la imposibilidad de creer en el imperio sosegado se sintió como lo más raro de un sólo mundo en el corazón. Cuando en el momento triunfante quedó como el soplo de un aire devastado de penurias y de solitario acaecer. Cuando en el olvido de la vida debió de creer en el mal percance de vivir sin un amor. Cuando en el final fatal de su vida se vió aferrada a ese amor, el cual, se entristeció por tanto y por más, cuando por juntar el corazón y unir almas se entristeció de tal forma que en el ensayo de la vida se vió horrorizada de espantos. Cuando en la forma atrayente de creer en el amor y en el ocaso vivo, se dió lo más pernicioso de un sólo evento y tan efímero, como poder tener el amor en el corazón, y no, no halló a nadie que la amara con el corazón sino por el interés a su dinero, ¿era bendito o maldito su dinero?, era consecuente o penurias adyacentes del poco amor que le faltaba en el corazón a Rosa Violeta. 

 

Y ella, Rosa Violeta sólo carecía de temores inciertos por saber que quedaría para la soltería, y sin saber que el destino era el frío camino de creer en el desierto mágico, de ver en el alma una lucecita que no se detiene ni con el reflejo del alma a oscuras de la ansiedad y del mal estrés automatizando la mala espera de sentir el silencio en el alma devastada y sin amor. Si quedó efímeramente perdido y atraído a la misma fuerza de creer en el ocaso vivo. Porque cuando en el embrague de la perdición se debió de cometer el más vil de los momentos, creer en el desierto y en el universo clandestino de ver a las estrellas de creer en el momento más inadecuado de ver el ocaso en el cielo y más de flavo color en el otoño que pasaba por aquí. Y siendo la rosa que ama, siendo la más bella rosa, y quedó como la primavera en el solo tiempo. Porque cuando en el ocaso vivo se siente como el solo mal hecho de ver el cielo de tempestad. Cuando en un instante se edificó la misma fuerza y en las fortalezas de creer en el amor aunque sea a ciegas. Que por saber que el tiempo edifica y tonifica el crepúsculo y el ocaso, cuando llegas a derribar el tiempo en la forma de amar y en ser amada. Cuando en el ocaso se da como preámbulo de un ocaso y tan imperfecto como la misma desolación y tan fría en la misma piel. Cuando, de repente, se vió inalterada la forma de creer en el embate de vivir de la Rosa Violeta de la rosa que ama. Si en el ocaso vivo, se creó una fuerza extraordinaria de ver el cielo en color flavo. Y ella, Rosa Violeta viajó con el viento, y más con el deseo de hallar a un amor, pero, no, no logra y con un nunca jamás. Cuando en el delirio efímero de creer en el hogar de Rosa Violeta, el cual, era su eterno corazón, el que percibe y si es la rosa que ama, la que un día creyó con un triste jamás el de creer en el embate de vivir, pero, sin amor alguno. Cuando en el alma se abasteció de calma y de iras insolventes cuando en el trance de la  verdad quedó automatizada de espantos nocturnos cuando en el embrague de todo se fundió la espera y tan inesperada la calma de tener un amor como el de un hombre en su pobre, pero, muy rico corazón. Porque cuando en la alborada calmó un cruel desenlace de tener el sentido en viceversa acción, cuando ella no amó como de costumbre. Cuando en el trance de la verdad quedó como el convite autónomo de la verdad, cuando en el suburbio de la verdad quedó como un delirio autónomo de la vida, pero, sin amor alguno ni aún ni todavía. Cuando Rosa Violeta se acercó al dilema de creer en el imposible amor fue cuando no pudo más en hacer de la verdad todo el amor que había en ella, como la rosa que ama. Cuando en el alma de ella, sólo la siente como un poco de salvación cuando en la vida sólo ella, no triunfó como el llanto de creer en el imperio autónomo de la pureza de creer en el embate de tener a toda una vida aunque sea artificial como el tener un sólo amor en el alma. Cuando en el trance de la verdad quedó como el mismo imperio de la salvedad autónoma de ver el cielo de tempestad, sin la claridad del cielo despejado de lluvia y de aguaceros fuertes que caen en la misma piel. Cuando en el embate de la verdad quedó en el destierro un sólo sentir y en el alma una luz, la cual, no era pasajera como el mismo imperio de la vida, cuando en el ocaso y en el instante de creer en el trance de la perfección se dedicó en ser fuerte como la luz. Cuando en el imperfecto delirio se edificó la forma más real de ver el cielo de gris en el imperfecto delirio cuando el amor no le llegó a la rosa que ama, a Rosa Violeta y que quería amar como toda mujer en el camino de un hombre, pero, eso no llegaba cuando no halló al hombre de su vida en el corto tiempo y sin la edad avanzada que entraba ella directamente. Cuando en el trance de lo imperfecto cayó en redención autómata de creer en el delirio de amar y en ser amada. Si en el trance de la vida, quedó en el tiempo y en el desafío más inerte de la vida, si era Rosa Violeta quedó como una mujer sin amor y sin el amor de un hombre. 

 

Si era ella, Rosa Violeta cuando en el aire quedó en soledad y más en solitaria vida y con una vivencia autómata de creer en el embate de ver el cielo de gris. Cuando en el trance de la verdad, derribó el combate de creer en el paraíso de ver el cielo de gris, y no de tempestad fría que cae en la misma piel. Y viajó por el mundo Rosa Violeta, ¿buscando amor o a un hombre lleno de amor?, cuando en el imperio de sus ojazos negros cayó otra noche en solitaria soledad y deseando amar quedó por siempre Rosa Violeta y sin amor. Cuando en el tiempo, o en el ocaso vivo quedó como el mal desenlace de creer en el ámbito del amor y sin más amor que la misma pasión vehemente. Cuando en la alborada cambió de clima y de un sol hacia una eterna lluvia. Cuando en el trance de la imperfección cayó en redención, cuando en el percance de la verdad quedó en el mal debate de la vida misma, cuando en el imperio soslayo quedó en el trance del olvido olvidar que no la aman. Cuando en el trance de la existencia de Rosa Violeta en su corta vida, nunca encontró el amor de un hombre ni el amor verdadero ni en la pureza de su corazón poder amar y ser amada. Cuando en la única vida de Rosa Violeta viajó por el mundo y más por el tiempo, y por el ocaso inerte de creer en el alma sin la luz que emana por el amor y por el tiempo en que el deseo de amar le llega a una mujer y contundentemente tan natural como el pasaje de ver la vida en el tiempo con amor puro, y más el de un hombre y tan enamorado de ella como la rosa que ama. 

 

Cuando en el trance de lo perfecto quedó como el mismo destino en el paraíso. Cuando en el triunfo de todo y por todo, se debió de aferrar al trance de la verdad cuando ocurre el final fatal en la vida de Rosa Violeta. Cuando en el percance de lo inusual se alteró la osadía en creer en el destierro de su esencia y de su cobarde amor de mujer pobre en el alma y más en su esencia, y todo porque por ella cree que en no la aman no por su esencia sino por el interés de la riqueza de su dinero, se decía ella misma la rosa que ama. Cuando en el coraje de la esencia se dedicó en fuerte ternura el de cumplir con lo rico de su pobre alma, cuando en el embate de todo se cuece el tiempo de desafíos fuertes como el de la bondad efímera. Cuando en el percance de todo, se fue ella la rosa que ama como marchitar una sola rosa en el jardín de su propio corazón. Y con rumbo y con dirección desafiante quedó como el primer concierto de bruces caídas cuando en el embate de todo quedó como el tormento electrizante de creer en la constante vida y tan efímera como nunca haber hallado el amor a conciencia del solo corazón. Cuando en el convite de la creencia autómata de la verdad se electrizó la vida y la forma de ver el cielo en tempestad. Porque cuando en la verdad de lo inusual y tan clandestino se enfrió el importe de la riqueza autónoma de creer en la pura verdad. Cuando se edificó lo real en el corazón de Rosa Violeta. Cuando en lo perfecto de la vida, se vió enredada y atrapada y en su propio corazón. Cuando en el coraje de la vida se intensificó su forma de ver el cielo entre sus ojazos negros como la noche oscura. Y siendo como el mismo torrente efímero, así creía que su pobre corazón, si alteró su forma de ver la vida. Si cuando en el alma fría fue subyugado el destierro y tan real como lo fue amar su esencia y más su coraje. 

 

Si cuando en el mayor trance de la pureza y de la impoluta verdad y tan limpia como el mismo cristal, se intensificó la forma de amar de la rosa, que ama a un hombre, el cual, conoce en su estadía viajando por el mundo. Y se llama Heriberto de la Pena. Un hombre comerciante de productos lácteos, el cual, yá también conoce los productos que su padre importa y exporta desde el mundo internacional. Y él también la conoce a ella como hija del prominente comerciante, cuando logró el desenlace efímero de creer en el amor y sí, que se enamora de ella de la rosa que ama de Rosa Violeta. Cuando en el mayor desenlace de la vida autónoma, se electrizó su forma de amar y amó la rosa que ama a Heriberto de la Pena. Cuando en el convite de la verdad, se dió lo más conceptual del amor, cuando se amaron hasta el fin, y llegaron aun enlace nupcial cuando la rosa que ama encontró y sin interés alguno el amor de un hombre que la amó sí. Y todo porque su padre quedó en la quiebra, cuando su mundo no fue tan igual y equitativo cuando en el instante quedó huérfana de la impoluta verdad, cuando en el delirio se enfrió lo acontecido de creer en el alma enamorada y tan real como el desinterés de ese amor y tan verdadero. Cuando se fue de la vida por una riqueza hecha y absolutamente por su padre, el cual, quedó a la deriva de su riqueza cuando a la verdad, de una sola soledad, fue el padre de Rosa Violeta quien quedó solo y en soledad desde que su riqueza no dió lo que se esperaba. Y Rosa Violeta aprendió todo de la vida, sin una directriz de su padre, y quiso y amó a Heriberto de la Pena, sin pena alguna, cuando en su mundo se dió como lo primero de un combate, cuando en el altercado de la vida se dió como el funesto instante de creer en el amor y más en el amor desinteresado de un hombre. Y la rosa que ama, amó desinteresadamente a un hombre cuando se unió en santo matrimonio con él. Cuando el amor llegó a la rosa que ama y sin interés alguno sólo con su esencia amó verdaderamente y a un hombre como nunca, si fue y siempre será la rosa que ama, y la que nunca marchitó en el jardín de su propio corazón.  



FIN