Alberto Escobar

Comprender, magma.

 

La poesía puede comunicar antes 
de ser comprendida. 
Eliot, dejémonos llevar por el magma
del poeta. 

 

 

 

 

 

 

 

 


Ese magma, que refiere la cita,
es un manantial informe,
un manantial que yace
en el valle más profundo del bosque,
un valle que no tiene lugar concreto,
que no aparece en las guías de viaje,
ni en las más prestigiosas —como aquellas
Baedekers que hicieron furor entre los viajeros
británicos y estadounidenses del decimonono
siglo—, ni en las más...
La Poesía comunica antes de ser comprendida
y si no llega a serlo. 
Todo lo que se dice comunica,
algo comunica porque el lenguaje
—que nos sirve de puente— habla
como habla el amante que mira
sin atrever el acercamiento, 
sin atrever un hola me llamo...,
y dice más con esa mirada porque en ella
vuelca a manera de expresión sinóptica
todo el relato que le atraviesa la mente
en ese momento, y que el frío hielo 
que se impone delante hasta las inmediaciones
de la amada se concentra de inmensidad
y dureza como en la más profunda Siberia.
¿Cuándo un poema es comprendido?
Nadie lo logra si comprensión significa
adentrarse en el fragor del poeta
antes del milagro creativo.
Nadie puede lanzar el aleluya
o el eureka que sellan el encuentro.
¿Cuándo un verso, o una frase, segrega
cual látex el derramar de su esencia?
Creo que cuando se zambulle en ese lago
que duerme en el alma del lector
y se hace agua de su agua, hoja de su hoja,
por qué de su por qué: Solo ahí está el quid
de esta controvertida cuestión.