Este mundo es misterio insondable
y no hay como descifrarlo.
Sus habitantes somos entes de ficción,
que con mueca agria en los labios
y pómulos rojos de turbación,
damos gritos y alaridos
percibiendo con aprensión
el caos que se acerca.
La atmósfera se torna deprimente,
soñolienta, aplastante,
mortal y sofocante.
No hay forma de matar
el tiempo y el silencio.
En espantosa angustia
forcejeo con mi incredulidad
concibiendo que este mundo
ya no volverá a la normalidad,
pues las nubes sombrías,
pesadas y amenazantes,
surcan el cielo presagiando
el estrago que inminente
¡ya no se detendrá!.
Yali