Piedras, rocas, colinas y cerros.
Enhiestas y cortantes que se despedazan ante el contínuo bombardeo por aire, mar y tierra.
Se fragmentan y destruyen todo a su paso, y matan hombres, plantas, animales.
Sólo el silbido a veces nos indican que la muerte se acerca oculta por la niebla y la lluvia.
Las noches de luna llena y estrellas espléndidas permiten ver la lejanía de las alturas y del mar.
En cambio, cuando nuestro satélite se oculta, lo sombrío, la ausencia nos encuentra en soledad, sólo acompañados por mustios arbustos mojados por la lluvia pertinaz y constante.