Amarrado a tu cintura, con mis labios en tus senos
tus ojitos desarmados se salían del temblor,
se caían por tus hombros y rodaban tiernamente
para posarse silentes en los míos de pasión.
Nos amamos largamente con vehemencia
con locura,
efervescencia y premura dispararon el amor
y nos matamos de frente
en un duelo de locura para acabar con ternura
abrasados de calor.
Esa noche fué la noche
las mejores de las lunas
las estrellas aplaudían y brillaban al compás
y asomaban angelitos y gorriones madrugaban
casuarinas saludaban,
nuestro amor inaugural.