La llovizna que esperábamos, como una fábula de niños
Para correr por el campo, entre briznas de hierba
El corazón que se agita, a la espera de la caricia
y tu, con tus ojos de niña, iluminando los sueños
Pareciera que los pinos alcanzan el cielo
Y sobre sus copas de aromas hace nido el querer
De los corazones unidos en un solo latido
De la libertad que nos lleva a la entrega entre flores
Querer de las sombras de tu cuerpo y el mío
Fundirse en abrazos que provocan gemidos
Querer de las ansias que pronuncian los nombres
De los amantes desnudos que incendian inviernos
Querer de las manos aferrarse a la luna
Para llenarnos de insomnios entre sábanas blancas
Derramando caricias sobre pieles ardientes
Envueltas en anhelos de pasión y deseo
Querer de los ojos inundarse de aromas
Sumergidos del verde de virginales montañas
Donde arden las venas como ríos de lava
Y la tierra germina con tus fluidos y besos
Querer de las almas acercarse a la boca
Multiplicar las palabras, eternizar los susurros
Musitando orgasmos, renovando promesas
Y en un soplo de vida, en un único aliento
Agitar los espacios, inquietando al viento
Cuando tu alma y la mía, se revistan de eterno.