Lissi

Recuerdos de Izabal (prosa)

Escribir sobre los cuerpos de agua de Izabal me ha pedido, alguien que añora desde lejanas tierras, el suelo que le vio en pañales.  Más yo no puedo pintar en este paisaje solamente sobre su Lago

 que lleva el mismo nombre y su famoso “Río Dulce”.  Yo tengo un especial sentimiento por esas bellezas naturales   porción tropical de mi Guatemala: -vínculos de familia, y el deseo de palpar en vivo la geografía de mi país que entusiasmada aprendía de mis dedicados mentores.

 

 Recuerdos en blanco y negro  vienen a mi memoria, recorriendo el castillo de “San Felipe de Lara” guardián fiel que se ha mantenido erguido desde hace más de cinco centenarios.  Los recorridos por el ancho río y el impaciente mar sintiendo la húmeda brisa sobre mi rostro, me transportaban en raudo vuelo admirando manglares, distintas aves y rústicas embarcaciones con sus pescadores que a diario salen en búsqueda de su sustento. 

 

 Depredadores han extraído parte de sus tesoros naturales; controversia por la explotación e invasión de sus riberas para construir ostentosos chalets, el cultivo de frondosos bosques para madera exótica  también fue motivo de discordia por el paso de sus productos que daño ocasionarían al vulnerable lugar. La belleza sin igual  por él,  hasta su desembocadura en el mar me ha cautivado, desplegándose en el horizonte que cambia de color y de sabor al fundirse los dos tipos de aguas-dulce, como el cantar de las aves y –salado, como las lágrimas que he derramado, al ver irresponsables ciudadanos que cada día este recurso ha contaminado.

 

La belleza del paisaje de Izabal la llevo en mis ojos y pensamientos desde que aprendiera el alfabeto, que junto a mi abuela paterna el atol de plátano  y el pan de coco aprendí a saborear, y como corolario a mi sed de aprendizaje la historia me  llevó al arqueológico Quiriguá.  Y la deslumbrante arena blanca de Punta de Palma me conquistó al igual que el paisaje verde de Siete Altares.   Las tranquilas aguas de Río Banco me conducen al sueño hecho realidad de mi padre que a bordo de la Chula Linda disfrutamos  del agua clara que baña los hermosos humedales.

Mirna Lissett