A veces me inunda la soledad,
pareceré un árbol del desfiladero
que solo testimonia el arroyuelo
en el chasquido de la vida.
A veces quedo a solas y en tal calma
que debo parecer un banco olvidado
entre las hojas del otoño
en la ventisca de la tarde nublada.
Un ave entumecida en la rama
pareceré, cuando empieza a llover
y envuelve a la última hora la penumbra
que re envía a dormir a los luceros.
Pastor me siento de las mariposas
noctámbulas que liban viejos
y nuevos pero profusos aromas
de flores puntuales y también nocturnas.
Así me siento a veces, abeto
ciprés, arce, abedul entumecido
entre el rocío helado y el intermitente
rayo, del nuevo sol rompiente.
Trashumante silueta de calles oscuras
de tiritantes piedras alineadas
y brillantes por la lluvia y mortecina
luz de una ventana vieja.
Y tanto así que, parezco al último
paraguas empapado que alberga
en la noche sombría, el eco de los pasos
de dos siluetas juntas, y a prisa.
Sí, a veces me siento un velero
en lento vaivén, sin sur ni norte
con la cuerda atada a un arbusto
frente a la línea azul del horizonte.
Bolívar Delgado Arce