Caminando en una selva de concreto, de rascacielos que rozan las nubes y de puentes que se elevan sobre los turbios y fétidos ríos, llegan a mis ojos filosas y punzantes imágenes que hacen sangrar hasta la roca más fuerte.
Caminando a paso ligero, pero mirando detenidamente la realidad de mi pueblo, vi a pequeños seres harapientos y descalzos intentando despegar sus sueños con alas hechas de papel y basura, otros buscaban abrigo y calidez en el frio del suelo cubiertos con mantas hechas de periódicos.
Mientras unos cuantos llenaban grandes alforjas, jactándose de su condición de privilegio condición de pocos mirando con cabo de ojo a los empequeñecidos y pobres seres harapientos.
Caminando observe a los que marchan indiferentes sin escalas en su destino, los envenenados de poder y de avaricia, los que enteraban su bondad con injusticia e ingratitud; imágenes que provocan derramar lágrimas de roja sangre.
Y es que duele ver los pasos indiferentes del poder, de los injustos que se reparten el aliento y arrancan esas alas de papel a los sueños del pobre, duele, como duele el limón en una herida ver a los pobres cargar sobre sus hombros el pan que logran arrancar del polvo y de los brazos del poder y tan insuficiente que al repartir entre los suyos se convierte en nada.
Ya no más, ya no quiero ver las lágrimas que salen del estómago de un pobre, de los sueños sin alas de un niño soñador, de los esfuerzos de un padre o una madre que tienen poco precio al vender.
Ya no quiero ver a la indiferencia comer carne con el mejor vino tinto, quiero cerrar las puertas del dolor quiero cerrar mis ojos a las imágenes grotescas de poder, avaricia e indiferencia, quiero con letras y pensamientos golpear la avaricia que se muestra indiferente ante el dolor del pobre cada vez más empobrecido y al derramar la sangre de la injusticia con mi voz , esta nos de igualdad.
Austin Mora Badilla.