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Un amor como el de Dios...

Hay cosas en la vida que lo cambian todo,

coincidentemente mágicas…

como bajadas del cielo,

como ángeles milagrosos…radiantes,

que vienen al rescate de tus desaciertos…

a sobrellevar tus penas,

y te socorren del hastío inclemente que perturba tus sueños.

 

Hay seres de luz que tropiezan contigo… y se quedan a tu lado,

inexplicablemente llegan en el momento justo,

con su albor brillante que iluminan las tinieblas más atroces…

cuando todo parece derrumbarse,

cuando el desaliento y confusión agobian con temeridad punzante.

 

En la soledad más absurda aparecen…como fuego que abriga,

como lluvia que refresca, y serena

como viento que eleva, y calma,

aparecen como suave caricia,

como manantial divino de vida…cargados de esperanzas,

como un beso inmortal que sana las heridas del pasado,

y te envuelve el espíritu en un tibio remanso de dulce recogimiento.

 

Hay seres así, que se inmortalizan con cada suspiro,

en el olor de las flores de primavera,

con una lágrima inmaculada de infinita nostalgia…

y reposan en la mente como entrañables recuerdos,

y bailan contigo cuando estas contento,

y lloran contigo cuando te pones triste,

y son fieles en tus incertidumbres,

y se alborozan con tus alegrías.

 

Hay seres sutiles que aman en silencio,

y que su amor se siente, aunque no estén presentes,

se siente tan puro y tan intenso…

como el amor de Dios incondicional y eterno,

con su amor inmortal más allá de la existencia,

más allá del tiempo…hasta la eternidad.

 

Hay amores así… como el tuyo…

que de sublimes y buenos…se clavan en el alma…para siempre.

 

Mi amor por ti ya no es de este mundo…se me hizo perpetuo...

más allá de la distancia...

más allá del destino…

allá en el infinito.