Sin tocarte aún deseé tu existencia,
tus cabellos son un manantial de espigas de azabache,
creciste tan rápido como la luna de otoño,
tu voz cortada y tus manos húmedas de leche
entretejen cada eco de tu consciencia.
Te construyeron el vapor sobrio de las olas
vesperales de las playas del este ecuatorial,
cúmulo de aguas amortiguadas por el viento
donde reposan mis anhelos más profusos.
...malecón de granito de infinitas esquinas,
veintena de primaveras princesa mía,
todas las lajas las hicimos entre dos,
con vigor, no fue fácil pintarte canceriana,
nada en ti se parece a lo antes comprobado.
Preciosabella, como luces van delante de mi
tus caprichosos anhelos en esta tierra,
con centellante voz recibo la demanda
de tu alma ufana,
sol y lluvia son tus ojos parpadeantes.
Aún recuerdo la arena de la playa
troquelada por tus pequeños
pies blancos, huellas efímeras
borradas por las espumosas
aguas exhalantes del ocaso de las olas...
Así desaparecen lo días de mi vida,
cada día se desvanece como esas huellas
en los atormentados segundos de la noche,
y al amanecer tu sonrisa de diosa
me devuelve la claridad
delante las rejas del inexorable tiempo.