Una noche de abril
conocí su piel durazno,
y sentí el aroma sutil
de su sonrisa en mis labios.
Y escucharon las estrellas
su voz que me cantaba;
me bailaba en las orejas,
y de preguntas me llenaba.
Asi como el agua eterna
que se cuela entre mis palmas,
sus palabras resuenan
y se mezclan nuestras almas.
Y en medio del deseo,
me dio el beso mas sincero.
Y en sus ojos tan inquietos
reposaban todos mis miedos.
Y sus manos tan ligeras,
delineaban mi cintura,
aplacando con simpleza
esta soledad tan dura.
Aquella noche de abril
conocí tu piel durazno,
y tu olor, un frenesí,
tatuado en mis manos.