Se fue el dolor, pero también se fue mi amiga.
Morderás las más altas y fugases estrellas.
Reposaras, en los lindos recuerdos de mi boca.
Extrañaré tus masticares. Siempre triste.
Quisiste obviar el fórceps, que ya te saboreaba.
Te abracé, olvidando el dolor, que me talabas.
Tu implacable raíz, me atravesó mis lindos ojos.
Bajó, por mi garganta, abriendo los cerrojos.
Se aferró bien debajo… debajo de mi talón.
Te vi, siempre tan quieta, tan serena y callada…
Nunca vislumbré, que me causarías, tanto dolor.
Quién imaginaría…
Que florecida y callada, como blanca flor.
Y siendo tan pequeña pieza…
Desencadenarías tal batalla campal, tremendo temblor.
Recordaré siempre, todos los atardeceres,
que masticamos juntos.
Mis ojos ya han sanado...
...Pero lloran tu partida.