¡Cuán te extraño, vida mía!
dueña una de mi amor,
le arrebataste el dolor
a esta alma en agonía;
la llenaste de alegría,
más allá de su candor,
al mostrarle su valor
libre de melancolía;
la colmaste de ternura,
de íntima felicidad
y una perenne locura;
eres mi vida y verdad,
inolvidable aventura
de aquí hasta la eternidad...