Lo que no he tenido, lo que no ha sido
Lo que no veré parirse al sol de la mañana
Me mira y yo lo miro, como un dócil espejismo
Que me habita desde afuera
Y si pudiera
Me comía las entrañas.
Pero no lo dejo ser mío, porque no ha sido mío
Habiéndose acostado en el tugurio de mis almas
Con sus cancioneros indemnes con sus deseos redondos
Lo que no he tenido, ya nada importa
Porque no lo veré enterrarse como tubérculo en la tierra
Porque no morirá ya que no ha existido con pies y manos
Con nanas y esquelas, con latidos ni garbanzos
Porque no acumula cartas y cenizas de oro en las pestañas
Porque no, cada vez que lo digo, me ríe en la cara
Yo lo sé, que lo que no es, lo es más que nada.
Escarba los murmullos icónicos del puño
Que golpea el lomo de las madrugadas.