Veo el hubiera como reflejo
de cristal y plata. Caricia de días pasados
que retumba en la tinta y piel.
Te veo como te ví: divinidad hecha
retazo de hueso y carne. Esencia de alabastro en ojos de insomnio.
Veo tu risa hecha susurro entre
la anatomia de los árboles.
Tu calor en abrazo onírico.
Te veo desde la quinta pared. Frente a puertas y luces con los ecos de tus pasos. De mis pasos. De pasos no dados. De tinta guardada en lagrimas y suspiros.
Veo mundos hechos por el baile de los dados.
En grito ahogado me lamento y hago fuego la tierra. Ira que turbia vocablos soeces. Puños hechos meteoros embotellados.
Y me ves desde el espejo. En el silencio vives, floreces como electricidad suave.
Y te haces sol. Tacto suave que calla el corazón.
Octavio Márquez