¡No me mires, si estoy triste!
Se me antoja que la tristeza se pega y da escalofríos por todo el cuerpo.
¡No me mires, que la tristeza espanta!, y no me gusta, lo que veo en sus habitaciones.
Se mete en cada rincón del corazón y estallan, sus arterias de dolor.
Un dolor abismal, que se vuelve contra tí y se roba risas, ganas de vivir y toda esperanza, marchita.
¡Sé que viene por mí!
Cerré los ojos y dejé la puerta entreabierta. No sé, si es mucha la lluvía, ni cuanto tiempo tarde, en llegar la tormenta.
La esperaba, la soñé, la presentí, y no paraba de mirar al cielo. Y estuve ahí cuando llegó, fué cruel.
¡Quise hablarle, tal vez me escuche!, quisiera saber si estoy perdida. Y si abro los ojos, que me diga si ha cesado la lluvia, o si tengo que subir a la colina.
Por que la tristeza no sabe de estaciones y si tengo que pelear por mi vida, quisiera saber si volverá a emboscarme.
Esta vez, no sé que decir, no sé, si dejarme llevar o si debo seguir mi camino, sin levantar sospecha.
¡No quiero pelear, ésta vez, no pelearé!.