Zoraya M. Rodríguez

**~Novela Corta - Los Océanos más Azules - Parte I~**

Farid era un hombre único y sin igual, eso significa su nombre en árabe. Farid creía en algo y era que en el futuro se da como preámbulo de un acuerdo entre dos cosas o más y era el de ver el futuro por sus ojazos azules o viajar en el tiempo. Y, ¿cómo lo logra?, pues, yendo en la luz como un corto circuito y vislumbrar a todo mundo. Éso es viajar en el tiempo sí, para Farid. Si él, Farid, sólo quería ver y saber el futuro y vaticinar lo inesperado, cuando arranca la esfera de creer en el camino perfecto de dar con la sopresa que a veces nos tiene el destino, pero, él, sólo él, sólo quería advertir de peligros y saber y pronosticar el futuro. Porque aunque no podía, sólo él, trata de saber algo que aunque no podía decir ni descifrar nada sólo él, quería ser como una pitonisa adivinando el futuro por el bien o mal de otros. Y él, Farid, sólo sintió una mala sensación en sus gustos por saber del mundo y de su bueno o malo porvenir. Sólo él creía en su razón cuando en el momento creí en el vil mal desenlace de creer en el vil cielo lleno de tempestad cuando él sabía de que no era así. El cielo, lo estudió bien certero, bien parco y bien directo, porque cuando él supo de que el cielo tenía algo muy escondido fue cuando en el tiempo se llevó de esconderse en el tiempo y en el ocaso vivo, porque cuando en el único trance de lo perfecto, se dió la forma de ver el cielo con blancas nubes cuando estaba lleno de fría tempestad. Porque cuando en el tiempo, y en el ocaso se dió lo que petrificó en el alma llena de escaso deseos, porque cuando en el alma se dedicó en ser como la lluvia fuerte, pero, no, no quiso ser más fuerte que esa lluvia en el mismo cielo en que él vé algo sin destino. Cuando en el momento de creer en el destino y en la buena o mala suerte de ver el cielo de azul o de tempestad sólo le dejó cruzar en el tiempo, y viajar por el crepúsculo o por el ocaso y también por el mismo cielo dejando el sol o la lluvia alrededor. Cuando en el instinto cruel creó una coraza en el mismo corazón, cuando en el tiempo Farid viajó por el momento y más por el tiempo. Si cuando cruzó por la mismo luz, como un corto circuito en la misma luz, cuando en los celos de la vida, se dió el pormenor de creer en la magia del desierto. Cuando en el albergue de su propio corazón creyó que el azul del cielo era por permanecer en el cielo como huésped en un cielo cuidando el tiempo y al mundo del terrible futuro. Si Farid era como el más terrible momento de creer en el mayor desenlace de ver el cielo de mágico color, porque cuando en el desenlace final de un adiós, quedó el mundo lleno de bondad, y de fríos adyacentes de creer en el cielo como pasaje de ida y no de vuelta cuando en el trance de la verdad cayó en el suelo como hoja en otoño dando vueltas con el aire. Cuando en el delirio se hizo como el mayor desenlace de creer en el mayor rumbo, cuando en el momento electrizó su forma de ver el cielo como lo que es sin la lluvia y sin el sol, sólo de color gris, como que pasó un huracán por el mismísimo mundo, pero, no, no lo logra ver ni observar así, porque tan sólo era un vaticinio incorrecto. Cuando en el desenlace mayor de todo se vió reflejado los océanos más azules de todo el mundo, cuando vé el futuro desde sus ojazos y tan azules como el mismo mar o el mismo cielo. Cuando no lo pudo lograr, no lo pudo alcanzar, ni lo pudo saber que el desierto mágico se vió reflejado entre dos cosas o más. Ni sus ojazos azules ni el viaje en el tiempo, pudieron lograra de que Farid pudiera saber el futuro del mundo. Si nunca jamás, se logró recorrer en el tiempo, si en el ocaso vivo se reflejó el mar abierto como en sus ojazos azules y saber que el futuro no se sabe si es o no es. Cuando en la vida sólo es una, como es uno el futuro de todo, pero, no, no lo logró cuando nunca pudo saber lo que quería saber Farid. 

 

Primeramente, tomó luz como si fuera el mismísimo sol, la energía lo lleva hacia el tiempo pasado o futuro, él decía, Farid. Cuando en su alma, sólo se alteró su luz y más su esencia como hombre disfrazado de futuro y de una pitonisa, la cual, vaticina el futuro a gentes. EL tiempo, ¡ay, del tiempo!, ¿cómo es posible de que el futuro no se sabe?, cuando arde en el tiempo, o sea, como circuito en la luz en la energía universal del sol. ¿Cómo es verdad de que el tiempo no se detiene y que pasa de largo como infinita estrella y que es ese el futuro?, ¿cómo es posible de que el reflejo del sol te lleve por el camino mágico?, ¿cómo es poder saber el futuro sino se vive?, se dijo Farid. E investigando como nunca, Farid, llegó a una sola conclusión de que el tiempo viaja por la luz y que podría saber tanto o más, pero, dentro del bombillo de luz. Cuando en el trance de la verdad, derritió el alma dentro del bombillo de luz, cuando se adhirió el tormento de creer en el alma desértica cuando sólo quiso saber el futuro del mundo y más como el más terrible de los deseos en la misma alma. Si Farid se enfrió el tormento de luz, y del bombillo de luz en el camino en saber del futuro, ¿y, lo supo?, pues, sí. Si en el trance de la verdad se entristeció en el alma a la soledad, cuando quiso ser en verdad un ser de luz y un viajante en el bombillo de luz. Y quiso en ser como el mismo deseo y poder descubrir la pura verdad, cuando en la verdad de todo se fue por el bombillo de luz, en que siempre quiso en ser como el mismo imperio del deseo. Cuando en el trance de todo se hechizó la forma de ver el cielo con la misma magia de un sólo todo. Y Farid lo sabía que en el desierto debió de tomar riendas sueltas de creer en el trance más imperfecto de sentir el silencio en el camino cuando en el suburbio de un todo se ofreció como una mentira funesta, pero, tan trascendental. Cuando en el ocaso desfalleció Farid por un sólo tormento cuando en el alma se sintió como el suave mal desenlace de creer en el mal infundado, cuando en el trance de la verdad quedó sintiendo el mal desenfreno. Cuando él, Farid, quedó atormentado de fuerzas débiles, cuando en el cielo se electrizó la misma forma de ver el cielo de azul en vez de tempestad. Cuando en el camino corrió como un avestruz, como un sólo sueño, como un sólo desierto y como un sólo mal instante en que se debió de regalar como un sueño sin alma, cuando en el desenlace se vió aterrado de verdades y sin falsedades muertas. Cuando en el instinto se aferró a la verdad de querer saber el futuro del mundo y en saber que su capricho era el de saber el futuro en la conciencia de muchos pecadores. Porque cuando en el instinto se debió de creer en el trance de lo imperfecto cuando en el momento sucumbió en un sólo deseo en saber del futuro en manos del pasado. Cuando en el aire zozobró de deseos muertos de atrayente espera cuando en el instinto cambió y chocó por un nuevo desenlace de creer en el altercado frío de creer en su alma muerta. Porque cuando en el mayor suburbio autónomo de la verdad se dió lo más efímero en salvaguardar la verdad de creer en el mayor desenlace de sentir el silencio en el mirar efímero y de creer en el embate de ver la vida como el mayor final en un desastre y tan perenne como el saber de la mentira de un vaticinio increíble desatando una euforia por delante de la verdad. Cuando en el alma se edificó la forma más real de creer en el futuro cuando en el alma fue como una mentira o como una verdad el futuro incierto, y más como el mismo instinto. Cuando en el trance de la verdad se edificó la verdad y la mentira como algo funesto y tan aciago como desgraciado fue el instante en que fue el trance de lo perdido. Cuando en el vil momento se entristeció la forma más cruel y más real de creer en el futuro como algo connatural y tan real, pero, vil como el trance de lo inesperado. Cuando en el combate de creer en el vil trance de creer en el destino y en el camino y tan frío como devorar el tiempo en la cruda realidad.        



Continuará…………………………………