Sierdi

LA TRISTE OBRA DEL PAYASO

 

Recorre el Payaso cabizbajo, el largo pasillo.

Con sus temblorosas manos, en los bolsillos,

Su simulada risa, era la más ilegítima, risotada.

 

Como el curvo trazo que creó, para fingir sus carcajadas.

Dibujó en papel, sus gruesos, labios, tremenda carajada.

 

El payaso desató, tremendo, trabazón, en su mente.

Quiero contarles, desde el comienzo, una historia clemente.

Les pido, por favor. No piensen mal de él. Pues no está demente.

 

El payaso, se jactaba, presumiendo, tener la mejor risa.

Un día, solicitaron sus servicios…

Por ser su risa, espantadora, de terribles vicios.

 

Le pregunto un cliente. ¿Puedes animar, una fiesta el día viernes…?

¿Cómo estará tu risa para ese día…?

Respondiéndole, el payaso; Mi risa es de la buena, estará muy risueña.

 

Flota como motas de algodón.

Si me contratas…

Te encimo, la más linda canción.

 

Con un apretón de manos, se cerró el trato.

Y muy feliz el Payaso, firmo el contrato.

 

Llegó el tan añorado día viernes.

Pero no todo salió, como esperaba.

Es Sol no alumbraba. Estaba escondido.

La madre del Payaso, había fallecido.

 

La cruel Muerte, le pidió la risa al Payaso.

Diciéndole; “para qué, reír payaso. Si el Sol ya no te alumbra.

Y tu madre yace muerta. La llevé al Seol, a la penumbra.

 

El payaso en su azar, no pensó, haciéndole caso a la muerte.

Entregando su risa, en el supuesto día añorado.

En aquel fatal viernes. Perdió su risa.

 

La muerte cansada de cargar, tantas almas…

Quiso sonreír… Ahora, ya tenía sonrisa.

Después de llevar las almas, y verlas partir.

 

El payaso, pensó… “Cómo haré reír, al público, sin mi carcajeo.

Y no quedándole mejor solución, Tomó un color. Y pintó, una sonrisa.

El Payaso, se hizo el más desafortunado bufón, debajo del sol.

Las almas, se burlaron de la muerte, por verse tan ridícula, al fondo del Seol.

 

La muy avergonzada muerte, devolvió la risa al payaso.

Aquí, no hay caso.

Diciéndole; Te devuelvo, lo que te pertenece, tu risa.

Y vete de prisa.

 

El payaso, aprendió a ser humilde.

Ya no se vanagloriaba.

…Y la muerte, prefirió no sonreír.