En estos días me fui al río
a lavá mis cuatro trapos,
¡Oh! es qué ya parecen harapos.
Cuál no sería mi sorpresa
que cuando jalcé la vista,
me avisté unos ojos rallaos.
Y enseguíta bajé la cabeza,
porque me miraban porfiaos.
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No sabía qué jacé, mijitico
porque a esos ojitos,
yo nunca los había avistao
y, menos, por estos laos.
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Me asustó esa miraita....
¿Qué jace este hombre acá, mijita?
Mirá , yo nunca lo avisté en este arroyo...
Pensé. ¡Eso sí que es un escollo!
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Y miren que yo, por acá, he trapeao
A estas orillas las he dejado limpias.
es que por acá ando desde que era carajita.
Y, hasta me bañaba esnuita,
pero, ninguno me había mirao,
con esa sonrisita.
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Toa la vida por acá me he bañao,
hasta salir limpiecita
y a ninguno me he jallao.
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¡Caray…la curia se me ha pegao!..
Y, ahora quisiera sabé:
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¿Quién será ese señorito,
que me ha mirao tan rarito?
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El bendito condenao,
ni una palabra me ha lanzao,
solitico me ha mirao
como el que mira un pescao
y, con la misma, se ha marchao;
sin que yo le jaiga hablao.
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Vaya que me ha dejao
con la intriga y la extrañeza.
Ojalá, mañana aparezca.
y me jaré que no lo he mirao.
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Aunque no tengo ropa que lavá
voy a pedí ropa prestá,
quiero vení a fregá,
lo que no es mío,
pa´ ve sí, lo vuelvo a vé,
aquí mismitico en el río.
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Esto nunca me ha pasao,
a mí nadie me ha mirao
y menos con ojos rallaos.
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Creo que me he enamorao
de un desconocío,
que ni es amigo mío,
y está desaparecío.
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¡Estas enamoradas tan extrañas,
y sus cosas de montañas!