Raiza N. Jiménez E.

En el Río lo Encontré.-

En estos días me fui al río 

a lavá mis cuatro trapos,

¡Oh! es qué  ya parecen harapos.

Cuál no sería mi sorpresa

que cuando jalcé la vista,

me avisté unos ojos rallaos.

Y enseguíta bajé la cabeza,

porque me miraban porfiaos.

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 No sabía qué jacé, mijitico

porque  a  esos ojitos,

yo nunca los había avistao

y, menos, por estos laos.

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Me asustó esa miraita....

¿Qué jace este hombre acá, mijita?

Mirá , yo nunca lo avisté en este arroyo...

Pensé. ¡Eso sí que es un escollo!

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Y miren que yo, por acá, he trapeao

A estas orillas las he dejado limpias.

es que por acá ando desde que era carajita.

Y, hasta me bañaba esnuita,

pero, ninguno me había mirao,

con esa sonrisita.

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Toa la vida por acá me he bañao,

hasta salir limpiecita

y a ninguno me he jallao.

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¡Caray…la curia se me ha pegao!..

Y, ahora quisiera sabé:

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¿Quién será ese señorito,

que me ha mirao tan rarito?

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El  bendito condenao,

ni una palabra me ha lanzao,

solitico me ha mirao

como el que mira un pescao

y, con la misma, se ha marchao;

sin que yo le jaiga  hablao.

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Vaya que me ha dejao

con  la intriga y la extrañeza.

Ojalá,  mañana  aparezca.

y me jaré que no lo he mirao.

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Aunque no tengo ropa que lavá

voy a pedí ropa prestá,

quiero vení a fregá,

 lo que no es mío,

pa´ ve sí, lo vuelvo a vé,

aquí mismitico en el río.

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Esto nunca me ha pasao,

a mí nadie me ha mirao

y menos con ojos rallaos.

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Creo que me he enamorao

de un desconocío,

que ni es amigo mío,

 y está desaparecío.

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¡Estas enamoradas tan extrañas,

y sus cosas de montañas!