A ella le entreguè mi corazon,
y a cambio recibì tristezas,
fingì que creia en el amor;
pero olvidè al olor de la primavera.
A ella le entreguè mis versos
y junto a la luna observè a las estrellas,
la sentì dueña de mi universo;
y aun asi tropecè con la misma piedra.
A ella la amè con locura
como un ruiseñor ama a las flores bellas,
pero entre tanto amor y ternura;
siempre moria una de ellas.
¿Acaso asi morira el amor,
aun cuando mi felicidad es a la vez mi tristeza?
quisiera escuchar una voz, que me hable de
hermosas proezas.
Escuchar la melodia del viento que sin dudarlo me besa,
en las noches de eterna pasion cuando mis labios
entre la nada encuentran.
A una dama con rizos mojados,
que viene a calmar la ansiedad que me asecha
al codiciarla entre mis brazos
cuando la noche se acerca.