Cuando en el tiempo, y más en el percance de atraer el futuro a la vida de Farid, y más entre sus ojos azules, que son como aquellos océanos azules por donde se pasea el futuro en lo más hondo del todo. Cuando en el trance de la verdad, se dedicó en fuerzas y en lanzamientos en poder ver el futuro en cada recelo de la vida. Cuando en el desierto mágico de la verdad se hizo como se cosechó más la bendita fuerza en saber del futuro cuando en el delirio en saber que el instante se dedicó con la misma fuerza y con la misma adyacente penuria, en salvaguardar lo que en la plenitud se siente en saber cómo es descifrar lo que es el futuro. Cuando en el embate de la verdad no se siente cómo saber que el trance se dedicó como el desastre de creer en el combate de saber que el aire es como el desaire de un sólo percance de creer en el futuro en vaticinio. Cuando en la cobarde acción se dedicó en forma adyacente de creer en el futuro vaticinando por un circuito en la luz, con el viaje en el tiempo. Y con un sólo viaje en el tiempo, cuando se ofreció lo que más se enredó con el mal deseo de creer en el camino frío y lleno de un sólo futuro incierto, cuando en el trance de la verdad, se dió lo más nefasto de la verdad, cuando él, Farid, se aferró el trance de lo inmortal y de lo irreal de poder vivir sin futuro alguno. Y se fue Farid por donde el futuro es incierto como cuando en el trance de vivir quedó sin destino qué saber ni sentir en el camino flojo por saber que el destino es falso hasta que se dedicó en fuerzas a descifrar lo que más interrumpe en el amanecer un sólo destino vivo.Y se vió aterrado a las mismas fortalezas cuando en la vida se sintió como el suave destino y con el frío camino en que se fue el suave destino. Como cuando en el trance de la vida se da la misma fortalezas de creer en la misma oferta del destino y del fabuloso camino sin futuro incierto. Cuando en el trance de la verdad se sintió como la misma mala situación en que se supo quedar sin destino y sin camino y tan frío como el mismo desierto. Como en el ocaso vivo en que se siente como el alma fría y como el mismo destino en que se siente la vida, pero, sin vaticinar nada ni un futuro incierto queda fríamente, y débilmente en atraer el ocaso vivo en saber que el desierto se identificó como el futuro, pero, sin saber que Dios es el único que lo sabe. Cuando en la forma de creer en el vaticinio de saber que el silencio es autónomo como lo fue ser increíble en saber que el destino es superflúo como verdadero y en el alma y tan fría como el tormento frío de creer en el ocaso vivo. Cuando en el trance de la verdad se siente como es perfecto el dilema de creer en el futuro y tan incierto como en la vivencia de creer en el alma y en los ojazos azules de Farid. Y Farid un árabe del oriente llega a occidente en busca de saber en que el destino calla como calló el comienzo de creer en el futuro incierto y sin pronosticar un futuro en que se veía llegar. Cuando en el alma se vió aferrado Farid con el comienzo de dar con el dolor en el trance único de percibir un camino y tan frío, como el torrente de pecar con el futuro venidero y tan próspero como el de dar con el deseo en decir lo que calla un sólo tiempo. Cuando en el imperfecto momento quedó como un único mal desenlace de creer en el combate de dar con el único mal percance. Y de percibir el mal en el mismo destino cuando en el camino de un futuro sin ser cierto, debió de creer en jactar la conmiseración de Farid en contra de su propia voluntad, cuando en el mayor desenlace de ver y de sentir el aire debió de saber que el destino es fabuloso cuando el futuro cambia de tiempo, y no de viajar en el tiempo. Cuando en la verdad de todo se dió como la más bella fantasía, y de un sólo tiempo. Cuando en la mayor satisfacción de un todo se vió Farid en el ocaso viajando en el tiempo. Porque cuando en el alma de Farid se siente como el mayor desenlace si se siente como el ir y venir lejos del todo cuando queda como tormento efímero, cuando es lo primero de un torrencial de futuros inciertos. Cuando Farid, se tornó áspero, indócil, pero, tan hábil como el mismo aire que sopla en el transcurso de su vida y de su existencia. Cuando en el mismísimo viento, se alteró la fuerza de creer en la magia universal de un sólo todo. Cuando el jinete de la yegua se aterró en correr por el camino frío dejando inerte a la estancia o al establo por donde se pasea el más febril de los momentos, pero, él, se da en la mayor de las veces en que el instante se cuece como el más vil de los ocasos, cuando ocurre el trance imperfecto de dar y de tomar entre sus manos la cruel venganza de creer en el destino o en el mismo abismo frío de la sola soledad de un futuro incierto. Y Farid lo sabía de que el triunfo o el fracaso de su corta existencia y de que el instante se da como el primer ocaso vivo en que se siente como el mismo frío desenlace. Cuando en el frío desenlace se vió aterrada a la mala fantasía de ver el siniestro cálido de ver el reflejo en el mismo sol como la luz enérgica de saber de que el tiempo corre como el mismo sol por el mismo cielo. Y aún como el mismo pasaje de vivir se siente Farid como el mismo sol, dando luz y energías a un sólo corto circuito para saber el futuro más incierto como la sed sedienta y de un sólo calor. Cuando en el combate de creer en el alma se electrizó la forma de creer en el mayor desenlace de sentir el silencio y en cada palabra. Cuando en el combate de creer en el alma de Farid se logró enaltecer el futuro incierto de cada quién en el jardín del temor en poder vivir sintiendo la buena osadía de ver el reflejo del mismo sol, cuando en el instante se abrió de temor y tan inseguro. Es como atreverse a desafiar el mismo coraje en atreverse a identificar el sol en el mismo cielo, cuando en el ocaso frío se sintió como lo más impetuoso de la vida, cuando en el crepúsculo de aquel día se vió el sol, como el mismo reflejo de ver y de sentir le suave murmullo de ver el cielo de tormenta. Cuando a Farid le ocurre el desastre de creer en el cielo una virtud en contra del pasado, cuando el futuro era tan incierto como poder llevar el sol hacia la misma cúspide de ver ese mismo sol en contra del mismo futuro, por saber del mismo transcurso del mismo futuro. Cuando en el único desenlace mayor y tan efímero se creyó como oprimir el mayor funesto y aciago desenlace de ver el cielo como preámbulo de un acometido. Cuando en el deterioro de la vida y de las fuerzas atrayentes de vida y no de realidad, a Farid le quedó una vindicta por reclamar y fue el torrente de sensaciones claras y por saber que el destino es tan fantasioso, como poder sentir y de ver el sol en cada nuestro porvenir sin patrocinar el futuro venidero. Y Farid lo sabía todo, cuando en el torrente de creer en el alma desértica se dió como tormento de iras superflúas en querer en el alma como un desastre efímero, pero, trascendental. Cuando en la calma y en la osadía en ver el siniestro cálido de creer en el desierto lleno de magias reversibles, si en el futuro era tan incierto, pero, tan verdadero como pasa el mismo tiempo o como viaja el mismo tiempo en el corto circuito de luz. Cuando en el trance de lo imperfecto se atormentó todo como lo más importante de creer en el alma llena de luz condescendiente en saber que el tiempo como llega se vá. Y se fue por donde más recorre el tiempo el sol, cuando ocurre el mayor de los desenfrenos, cuando se atormenta lo más importante de creer en el desierto lleno de insatisfacciones nuevas. Si cuando en el mayor de los trances desafiantes se cuece como el tormento nuevo de creer en el desierto efímero de creer en el cometa de luz en el firmamento o en el cielo mismo. Cuando Farid se tornó como el mismo efímero trasluz y en el ocaso nunca fingir en el trance del percance de llevar una osada fría tempestad. Cuando llevar el desenlace mayor y real se dedicó en el alma un mal final. Y fueron sus ojazos azules los que en el delirio fatal se fue por el rumbo sin dirección, cuando en el percance total se edificó el trance de lo imperfecto. Y Farid lo sabía que en el ayer había algo oculto, pues, en caminar se dió lo más efímero de todo, y de la nada del olvido no se dió ésta vez, y todo porque su intuición vá más allá de toda razón y de todo olvido también. Como electrizó su forma de ver a través de su corazón el futuro venidero, cuando en el trance de lo perfecto se dió lo inmortal de un funesto todo. Cuando en el aciago tormento se dió lo más fructífero de todo, cuando en el percance de todo en el alma se cuece como un sólo funesto instante, en que se tornó áspero el mal desenlace. Cuando en el camino se tronó ansioso Farid. Cuando en el tormento se entregó lo más aciago de la vida, y del momento a cuestas de la débil razón, cuando en el combate de todo se tornó perenne entre sus ojazos azules. Cuando en el instante se dedicó en el alma como agua torrencial en el altercado de todo una vida. Y sí, que lo vió, el futuro y más que eso el delirio más impetuoso de toda una vida, cuando en el alma se dió lo más funesto de todo, cuando en el ambiente soslayó en el percance de una verdad, cuando en el desierto mágico se tornó áspero, indócil, y tan hábil, como el funesto instante de creer en el pasado o en el futuro sin ser cierto. Cuando en el olvido de un todo, porque en el delirio delirante de una nada, se entrega el desafío de un combate en saber el futuro. Cuando cae el fulgor de todo un sol, como preámbulo de un sólo futuro incierto. Cuando en el alma quedas como el sol, cuando me das el silencio al compás de quererte aún más. Cuando en el trance de la verdad y tan efímera cayó Farid en la mala redención de amar lo que más quería y que era el futuro. Y tan real como el mismo delirio delirante de creer en el trance de la verdad, cuando en el combate de lo esencial, se siente como el superflúo de la pura verdad en el trayecto y en el convite transcurrido de atraer el desenlace mayor de creer y en fingir en el amor al futuro de cada cual.
Continuará…………………………………………………………………………………………...