El olvido es una pequeña semilla indestructible
que se aferra a la pared de la memoria
y crece lentamente como lo hace la hiedra
en el contorno de la estación del para siempre.
Es que de tanta vida sin mirar el presente
se nos hace turbulencia el día a día
y en ese menester que es anclar el sentimiento
el tiempo vivido se vuelve intermitente.
Nace y muere como lo hace una pequeña criatura
el cielo que se cuelga cada aurora en la pupila
y con ese celeste inmenso y deslumbrante
perdemos de vistas las sombras de las arboledas.
Pero el universo que todo tiene escrito insiste,
que mas allá de la cima del ego de los hombres
hay otro espacio en la ruta sin fin de las estrellas
adoquinado con los dones y el legado del pasado.