Escasea el dolor para crear
otra finitud
que no sea la fábula
de una sugestiva creencia.
Tengo espantapájaros por habla
donde guardo la cerviz del grajo,
embardunado de luz y jeremiadas.
Propio de una mirada inaudible
sin médula ni teatro,
música en boca
que el corazón pretende,
como toda raíz tuerta de Odín
la oscuridad descorcha ventanas.