angelillo201

El pre desquicio

No hay dos hombres en el mundo que comprendan las cosas de la misma manera en su cabeza, pero todos los hombres pierden la cabeza de una manera semejante, aunque la mayoría no comprenda el motivo y el momento exacto del porqué se ha desquiciado su mente ,y ha acabado perdiendo el control. Ni siquiera logran adivinar los desquiciados si ha sido por culpa de su propia mente, o su fiasco ha sido por el funcionamiento del resto de mentes que actúan en contra sentido.

En nuestro relato extraído de un blog-diario llamado voces de la algarabía, un hombre cualquiera trataba de no perder cabeza tras unos meses donde parecía que todo le iba a ir bien.

Después de años en exclusión social , donde escribía constantemente en su diario que publicaba por internet , sus vivencias sin empleo y sin rentas. Aventuraba con datos biográficos , formativos incluso penales, que no tenía posibilidades de encontrar ningún empleo nunca, ni conseguir ninguna renta. Casualidades de la profecías de una mente melancólica , el mismo día que le concedieron después de años de haber solicitado la renta de inclusión , fue exactamente el mismo día que firmó un contrato de empleo . El trabajo que encontró estaba a más distancia de la que se podía permitir hacer en una vieja moto. Aún así dijo que si sabiendo que la moto reventaría, tal y como paso.

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Avanzaba kilómetros y kilómetros por una gran llanura durante más de una hora al ir , y otra al volver. Así uno y otro día donde se mezclaba los sentimiento de sentirse orgulloso de si mismo por tener empleo y conseguir empezar a integrase en una sociedad que detestaba, y le había condenado a la marginalidad, el ostracismo y a prisión, así como tras años y años expuesto a la violencia, el acoso adminsitrativo, judicial y vecinal a padecer miedo al patrón, al encargado, al despido, a no poder llegar a trabajo, a una vida mejor… hasta que la moto que también tenía sus limites , no pudo más. Fue una gran suerte su gran afición a escribir , porque la noticia entre sus amigos de que tuviera empleo era tan extraña, inesperada, que le prestaron sus coches para que pudiera seguir trabajando mientras reparaba la moto.

Así lo hizo.

Mientras escribía en su diario que había pasado de marginal a esclavo atemorizado, sus problemas cotidianos iban creciendo en su mente.

Llegar cada día al trabajo , como volver, era una odisea. Tenía pesadillas durante las noches por el viaje que le aguardaba al día siguiente. Lo que más le espantaba era ver cada madrugada a varios hombres en rotondas a las salidas de los pueblos bajo las farolas o iluminados por los focos de los coches que pasaban a medio metro de sus cuerpos fantasmagóricos. Carne y huesos y mentes resignadas por la tiranía de la desigualdad esperando coches que los cargaran. Nuestro autor de uno de esos miles de diarios que escribe la gente por internet dando cuenta a su pequeño público de su vida, se veía reflejado en estos hombres que esperaban ser cargado como corderos que van al matadero. Destinos arruinados, carne de cañón paciente que se desangra sin provecho para si mismo de las horas de su sagrada y terminal vida desperdiciada y no reconocida más que como mano de obra de mano prescindible en el mundo laboral. Hombres y mujeres más cercanos a una cuneta mortal que una vida digna.

¿ quién los veía, quién los escuchaba? Su sola visión hablaba de un drama épico de perdedores que siguen luchando cuando ya están vencidos. Torres de carne y hueso que se batían en los campos de trabajo. Era agotador ver a estos hombres con sus mochilas con fiambreras a las 6 de la mañana junto una placa de stop. Su imposibilidad de llegar como él al trabajo delataba toda la violencia de la desigualdad laboral del que tiene buenos trabajo, y el que tiene malos.

Pero nuestro personaje quería cambiar, quería dejar de pensar en eso. ¿ qué era eso que pensaba?

¿Una realidad negativa de la que podía estar seguro? quizás no fuera cierto lo que pensaba. ¿ es posible que estuviera bajo el influjo del centro de gravedad ideológico moral marxista que le hacia ver las cosas como un esclavo que necesita emanciparse a través de un colectivo revolucionario que aplastaría el capitalismo hasta no permitir la existencia de ningún trabajo precario, o el paro criminal y genocida que práctica el estado patriarcal fascista español ?

Quizás al visión emprendedora del modelo canvas y sus teorías de embudos para exprimir gente y sacar provecho egoísta e individual fuera una visión más positiva y anti desquicio de la realidad que transformaba las relaciones sociales, económicas y las superestruturas de dominación .

Al llegar a casa del trabajo se enfrentaba al mismo problema de cuando no tenía empleo. Servicios sociales.

Si estuvo más de una año contando en su diario su lucha para conseguir una renta de inclusión mientras buscaba empleo y publicaba las ofertas a las que se apuntaba, ahora su problema era tan grave como no tener renta, y era tener rentas.

Si el problema durante años fue conseguir los papeles y que le tramitaran una renta que nunca le llevaba , o pedir un plan de integración social que nunca le hicieron pese a contar su situación penal por escribir un diario quejándose de la miseria en la que estaba, ahora el problema era cobrar la renta, porque el acto de cobrar era ya completamente inútil, ya que lo tenía de que devolver por estar trabajando.

Para devolver el dinero y parar la renta no bastaba comunicarlo a una asistenta social. Él, únicamente él debía ser responsable de comunicarse con la administración de la formas más retorcidas ideadas por la administración para que hubiera una telaraña burocrática y sanciones por no comunicarse con ellos en forma y tiempo.

Estaba otra vez atrapado en su conciencia desquiciada sobre el funcionamiento erróneo de la administración, el trabajo, el mundo. Este se le presentaba como una representación de un abandono hacia la vida humana que acaba destruida en las mesas de despacho, en los empleos, en las iglesias, en cualquier lugar de donde emanara una norma, cientos de personas morían, o eran infelices en su vida.

La gente vive y es tan infeliz tanto como yo lo soy aunque no lo cuenten- escribía en su diario.

Asumía ya sin rabia los embargos, multas, tramites costosos en que se vería envuelto por haber solicitado una renta de inclusión, ahora que había renunciado a parar la renta tras intentar enviar los papeles a la administración.

Un día en su trabajo la administración tropezó con él. Una agente forestal encargado de controlar las plagas en un parque público gestionado por un empresa privada para la que trabajaba llegó.

nuestro personaje cumpliendo con su deber le indicó algunas incidencias graves en las prácticas culturales en el parque. El funcionario le confirmó la impresión que tenía sobre la condición humana y su incapacidad de cambiar las cosas por propia pereza. El funcionario, un gran profesional y bien formado en las facultades de medio ambiente, tuvo a gala esa indiferencia que tiene todo el mundo a todo, pues la gente limita su conciencia y pensamiento . Le comentó molesto que la única misión que le había encomendado el ayuntamiento era controlar las plagas del parque, contar en las trampa cuantos escarabajos que afecta al pino había. Nada más. A su alrededor había varias encinas caída, y unos 20 pinos arboles talados. Al comprobar que no eran por la plaga del escarabajo, única misión que tenía el ayuntamiento en su propiedad que dejaba gestionar chiriguitos, fauna, flora a una empresa privada . Por eso funcionario estaba exento de responsabilidad. Del mismo modo las asistentas sociales cuando les llega un caso de exclusión social, no quieren saber si esa persona tiene una enfermedad mental, si tiene problemas con la ley y está cumpliendo una condena o fichando. Se limitan a mandar que consigan papeles, que vayan a la cruz roja, y se busquen un empleo si quieren comer.

De este modo el funcionario se puso de rodillas a la sombra a contar pacientemente entre la tala los escarabajos. No había ninguno y se fue marcho satisfecho.

Al llegar a casa este hombre recibió un mensaje de ecologistas en acción después de mandarles un mensaje sobre el uso de pesticidas prohibidos por una empresa municipal.

Le invitaban a una paella en un yate que se habían comprado para hacer propagando por los siete mares. En el puerto deportivo de Burriana los recibieron los grandes empresarios con aplausos felicitándoles por la compra. Los ecologistas podrían dar publicidad en alta mar a los cruceristas, pescar, relajarse entre evento educativo y educativo de los activistas en funciones.

No tardó en recordar que no había recibido la cita de la vacunación para el covid. Así que fue al ambulatorio. Su sorpresa es que le habían cambiado de médica y de ambulatorio.

¿ Lo ha pedido usted? – le preguntó un chico de administración.

No-

es extraño. Le dijo- vaya usted a su nuevo ambulatorio y les dice que le pongan en incidencias.

Salió intentado recordar su última visita a su médica. Le pidió un volante para el psicólogo por el juicio que tenía por delante sobre sus delitos como califico la juez que le condeno a prisión de exceso de libertad de expresión en sus diarios.

La médica se lo concedió y desde salud mental se negaron a visitarlo, aduciendo que ellos no se encargaban de casos penales, que para eso estaban los abogados.

Desde esa última visita misteriosamente desaprecio de su ambulatorio, de su médica de toda la vida, y acabó sin ser vacunado y sin ser atendido.

También le ocurrió que la mes y medio de trabajar se compro un coche muy barato, y lo hizo con un embargo . Ahora era dueño de un coche y un embargo de otra persona. Aunque las cosas aparentemente se estaban solucionando.

Lo que no pasa ocurre.

Gota a gota iba remontando su situación, tanto como rebasando su resistencia. Las dos cosas iban paralelas. Quizás en está biografía haber resistido algo más , haber visto un poco de luz. No iba del todo mal dentro de los túneles de la oscuridad, era cuestión de seguir aguantando un poco más.

Al final paro cerca de la salida, y se le veía leyendo en voz alta su diario en las calles. Nadie le escuchaba, la propia policía que años atrás perseguía sus publicaciones y calificaban de propaganda peligrosa, ahora reían al verlo y le dejaban tranquilo cuando gritaba con lágrimas en los ojos a los transeúntes por caminaban por las aceras :

Las cosas que no pasan ocurren y por una gota, y otra gota, y otra gota  yo me desquicie.

Estaba desquiciado solo contra el mundo y contra si mismo.

Ángel Blasco