Tiene aún la seda las llaves que abren y
cierran ciertos mundos y algunas épocas.
Si de nuevo recorriera sus mapas,
sabríamos que no debiera ser verdad
el mundo que hoy vemos, repleto de territorios
inmensos, áridos y crueles; inhóspitos,
tristes e inhumanos.
Si la seda recorriera hoy su mapa,
sin duda nos ahogaría tan suavemente,
que nadie lloraría por nosotros.