Raiza N. Jiménez E.

LAS SÁBANAS DE TU CUERPO.-

Sueño con el anochecer y el amanecer

sumergida en las sábanas sedosas que

semejan tú calurosa y morena piel.

Divinizo tu aroma en el escenario

impúdico de mis recurrentes sueños.

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Sueños capaces de aproximarse a la

vivencia real de tu mágica e invisible

 presencia en mí, a mi lado, en unicidad.

La percepción de tu inquieta y agitada

respiración es para mí la más larga

y perpetua de las penitencias.

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A tu lado las estepas siberianas se me

antojan delirantes, cuando logro

cobijarme en tu bien dibujado contorno.

En la bella sincronía del encaje que

adorna nuestros despojados cuerpos,

 fluyen los sediento anhelo en una

 proximidad impalpable e indefinida,

pero definitivamente, contumaz.

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Hay necesidad de ensamblar mi ser

 a tu sedienta y calurosa humanidad.

Esa que clama por la calidez y la

liberación  de su esencia vital.

Perturba la ensoñación de la fantasía,

se siente en la semejanza de la sutil

realidad que, acaricia mi mente febril,

apasionada y la dubitativa de la tuya.

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Me miro enlazada cuerpo a cuerpo,

beso a beso, caricia a caricia, en

la escultura divina de tu piel;

que he convertido en una sábana celestial

que me han traído los ángeles,

desde el cielo, hecha de sus crespos,

para ungir la unión de nuestras almas.

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¡Cuando las almas se conjugan,

sólo los amores las subyugan!