A veces duermo
en ese desierto abismal
tan inherente a mí misma
donde solía superarme
del hambre de las golondrinas.
No por soles amanece
ni por luces te iluminas
y en este cansancio
gastó la suela mi alma
se agota el tiempo
se agota la vida
se agota la mirada
que mece mi esperanza
en esa hamaca de niña
y mi espíritu rebota
pero sigue inspirando
a mis estrellas esa alquimia.