Es tu ausencia lo que duele
en este rincón –ahora- de hoguera fría,
de aire emplumado
y doblemente filoso que hiere
hasta los ojos.
Es el silencio el nido de los cuervos
que se tragan los sollozos
de todas las palabras que llevan un nombre;
Como nunca la muerte gira en mi rostro
poblado de muertos
y se va para dejarme abandonado
en la aurora.
¿A dónde vas con tus ojos,
con tus manos, con tu sonrisa, con toda
esa vida en llamas?
¿A dónde vas que te hundes donde no hay nada,
donde están las piedras,
el silencio, las humeantes sombras
que beben del cáliz amargo del olvido?
¿A dónde vas llevándote mi oxígeno,
dejándome incoloro y salino,
lleno de ceros a la izquierda?
¿A dónde se va la noche con mi único sueño
y la luz de mi locura,
con mi deseo de vivir…?