Buscando la caricia que enamora
andaba por la vida sin destino,
y vi que tu figura tentadora
guardaba de pasión lo más divino.
Entonces de mi esencia soñadora
sentí que me nacía un torbellino;
y lleno de emoción cautivadora,
detuve sin pensarlo, mi camino.
Y dimos rienda suelta a la quimera
de amarnos sin prejuicios, locamente;
perdidos en el mar de los deseos.
¡Y fue la más hermosa primavera
aquella que vivimos tiernamente,
sintiendo de pasión sus burbujeos!
Autor: Aníbal Rodríguez.