La risa— el próprium del hombre.
Risa sea.
Esa mueca, esa chispa,
esa quimera abierta
tras la próxima chistera,
ese cualquiera,
que destapa la tapadera,
que rompe los tambores,
que cuece esa salsa
que descansa de la siesta,
esa letra que salta,
que se agrieta en medio
de la reyerta y se tuerce
quieta, resuelta, disuelta,
y se evade, sube hacia los cielos
como helio prisionero,
hacia los ojos de las nubes,
hacia la comisura estrecha
que se expande y atiesa,
es esa..., una risa densa,
vital de vida y revienta
el aire que en derredor
se atreve, invicto, relente
sin gente, o con gente,
si te acuerdas del dicho
salta la liebre, los dientes
testigos del hecho y un trecho
hasta los ojos decidores.
Risa sea, espesa
traviesa y aviesa, atrevida,
decidida y grotesca, risas todas,
todas del humano ser constituyente,
consecuente, delicuescente,
enarbolante, las defensas retuercen.
Risa inmune, inmunizadora,
certificadora de numancias y troyas,
arrebatadora, prestancia, arrogancia
que abajo echa como de las torres
se han dicho más altas, arrampla
tempestades, disuelve ceras y orejas,
ulises surcados por sus maromas
se desatan sin miedo al cantar
de las sirenas, refrena lo insensato.
Risa, desata lo que atado permanece,
y escuece, escuece lo agrio que queda.
Espera, tiembla, rellena el silencio...
Ser siendo.