Iván González Martínez

Pregúntale a la luna

 

Hoy, cuando te asomes en el balcón 
Y la luna se sienta inmunda,
 Inquiétala con estas preguntas
Y que te responda de corazón:

 

¿De qué se nutre él

Para culminar sus días?

¿Cómo ha sido la sequía

Sin sus aguas de placer?

 

¿Qué nombre lleva el llanto

Que derrama de madrugada?

¿Por qué agacha la mirada

Cuando romántico es el canto?

 

¿Por qué deshoja las flores

Que nacen en su jardín?

¿Por qué le ha puesto fin

A sus días de colores?

 

¿Cómo enfrenta él

El tiempo despiadado?

¿Por qué no prueba bocado?

¿Por qué no ha de entender?


¿Por qué a su almohada se aferra

Como silencio a la madrugada?

¿Por qué su boca callada?

¿Por qué su alma se cierra?

 

¿Por qué su pensar desterrado

No le permite estar presente?

¿Por qué su paso ferviente

Por la vida ha caducado?

 

¿A quién muerde los labios

Con puñados de fantasía?

¿Por qué esa inmensa agonía?

¿Por qué ese inmenso resabio?


¿Cuál es ese sema inherente
Para todos sus sustantivos?
¿Por qué su andar colorido
Hoy se ha vuelto transparente?

¿A quién acomoda, serena,
En noches de “si estuviera”?
¿Cuál es la razón verdadera
De sus caos y de sus penas?


  Pregúntale a la luna, allí,
  En ese balcón que te acrecienta 
 Y verás que sus respuestas 
 Giran todas en torno a ti.