He contemplado en silencio
ese azul cielo estrellado
de la luna el gran regazo
donde se apoya sin tiempo;
como si gozara el vuelo
y tomara entre sus manos
esos diamantes tan diáfanos:
lentejuelas del cabello;
y esa faz en lontananza
poco a poco se presenta
como los ecos de mi alma
de un recuerdo que no cesa:
es tu rostro, la esperanza
de que algún día tú vuelvas...