Hoy en Babia, he visto,
amanecer sobre el rio Luna
reflejos de nubes fugaces
horizontes escarpados y nevadas
Verdes prados de paz y sosiego
azules resplandores, vientos alados,
grises peñascos de orégano impregnados
dorados reflejos de rayos solares
Acequias, estacas retorcidas
en vallas alambradas dan cobijo
la estrecha carretera, y al fondo,
peña Ubiña, nevada, sombreada, esculpida.
Respiro vientos de ambiente puro,
el rocío impregna hiervas, flores,
y me sonríen a mi lento paso,
abejas zumban sorbiendo el néctar
Vuela el pájaro carpintero
cual insecticida biológico,
picamaderos que del bosque surge,
ondulante, a su agujero posarse.
Corren los veloces potros,
de pastos y libertad, hartos,
robledal, hayedo y sabinar,
fatigados de senderismo abierto.
El mastín Leonés observa, ¡todo en orden!,
ladra una sola vez, y se oye… muy lejos,
lentamente, como el rey de la selva, vuelve
al descanso somnoliento y vigilante
Aquí, nuevamente distante, ajeno,
al mundano infrahumano, inmerso
en el caos de pretensiones, recelos,
envidias, falsedades, ¡Babia!, ¿existes?
No cabe la ansiedad o el estrés,
lo solitario no es soledad, el frio
aquí es calor natural, la lluvia
no moja, lava y da inmensidad.