EL CÓVIT SE VOLVIÓ LOBO
¡Hemos aprendido
a resistir unidos!
Caminos de harapos rotos,
caminos del sol perdidos,
caminos de luz doliente,
caminos de sangre heridos.
La noche estaba dormida,
con su luna cuarteada,
con el viento que rugía,
por las estrechas quebradas
La luna murió en los brazos,
del viento que la ultrajaba.
Vulcano en sus calderas,
a un monstruo ha parido;
el día se hizo pantano,
de lodo, sangre y martirio.
La noche se volvió roja,
en un cielo dolorido.
El cóvit salió de caza
con sus lobos y sus perros,
en una noche apagada,
donde comían los cuervos.
Se escondieron en las chozas,
por las esquinas del hambre,
acechando entre las tumbas,
de esqueletos ambulantes,
que buscan en las basuras.
al còvit que envuelve al aire.
El cóvit se volvió lobo,
vestido de manso ropaje.
La tierra se cuarteo,
una estrella la amortaja,
el jacarandá murió,
con el peyote y lavanda.
El desierto se hizo llanto,
la luna se volvió negra,
la muerte tomó vida,
¡la vida quedó muerta!
El cóvit se volvió loco,
loco de carne y de sangre,
entre aullidos de sus lobos,
y luz de luna menguante.
El cóvit se volvió lobo,
vestido de manso ropaje.
¡El cóvit se volvió lobo!
“que el buen San Francisco le amanse,
como amansó al de Gubbio,”
con su mano, al abrazarle.