Para ti Jesús el tiempo es un eterno presente,
lo que es pasado y futuro para nosotros,
tú lo ves y lo vives constantemente.
Aún sientes la agonía que sentiste en el monte de los olivos,
agonía que podemos disminuir
al evitar cometer pecados que se nos hace fácil cometer;
en cada acto que hacemos,
en cada palabra que decimos;
por cada pecado que no cometamos
es un soplo de alivio en la agonía de tu corazón.
Aún sientes la angustia y el dolor que sentiste sobre la cruz,
aún estás crucificado y crece tu dolor
por esos ingratos pecadores
que al morir no alcanzan la salvación.
Te lastima más la indiferencia
que esa corona de espinas sobre tu adorable cabeza;
te duele más la blasfemia
que el dolor causado por los clavos
en tus benditas manos y pies;
te hiere más un alma que se pierde
que todos los latigazos recibidos en tu flagelación.
Aún estás entre nosotros,
sólo que no todos somos dignos de mirarte.
Eres compasivo y misericordioso,
es más grande tu misericordia que tu justicia divina,
a pesar del inmenso dolor, es mucho más grande tu amor.
Pavlov Agüero