Cual jardinero de amor,
cortabas las rosas rojas
del jardin donde crecían,
perfumando voluptusas
el aire de mis veranos.
En loco ensueño de amor,
de tu mano varonil mi alma
y mi cuerpo navegaban
el cielo azul y su jardin de
nubes
y las constelaciones
en noches estrelladas
Te amé a morir
bajo la luna cálida...
Y de repente, el aire del
jardín enrarecido por tu
traición cambió
ese rojo ensueño
de amor obnubilante
en hirientes espinas...
¡Oh vil traidor!
no intentes engañarme;
oscuro me es el cielo
y su jardin de nubes;
oscura es la luz de mis
mañanas. En mi pecho
se cierne la tiniebla.
¡No. No me nombres
ni me des la rosa
de esa traición
que me dejó ya muerta!
A.R.R.®©
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