Animales que cruzaron el abismo
como sortilegios profusos de ambiguos
deterioros, carne transformada, espíritu
incesante, de los grandes chorros
maniáticos de la potestad unánime.
Miradme, acaso parezco un payaso?
No, no, miradme más profundo, acaso
parezco una marioneta? Y sé que sangran
mis costados; sin embargo, se diría
que la frecuencia del sueño embarga
mi corazón de piedra, ausente.
Yo miro de soslayo; trago chorros
de estrellas, el magma inicial que fecundan
las savias adolescentes, los árboles arrinconados.
Animales que cruzaron el abismo, tan lejanos,
como piedras en un sarcófago azul-.
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