Es mi corazón, un cofre de luz y una joya guardo.
Es un secreto que galantea a mi alegre corazón.
A nadie he revelado que lo guardé con el nardo,
ese que me dio mi madre, plena por la emoción.
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Su bello jardín hoy evoco, lleno de nardos y rosas.
Bien trajeada, todos los días y bajo el sol lo regaba.
La gente rumoraba, ya que sus rosas, eran famosas.
El rosal con sus fragancias, mucho velorio adornaba.
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Pero, qué decir de la gentil y majestuosa jardinera.
¡Oh!, mi Dios, era una dama atractiva, de nívea piel.
Se vestía para regar sus bellas flores, quién lo dijera,
Promesa hizo a sus flores de protegerlas y fue Fiel.
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Así era mi madre, una dama, cuya palabra era ley.
Cantora como nadie y, entre riego y riego, una nota,
Una bella voz tenía y, para ella, el Tango era su Rey.
Hablaba con buena prosa, pero, a la vez, era francota.
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Hoy sus recuerdos llenan mi alma de alegría y gozo,
pero su ausencia, hace que brote de mi, un sollozo.