Raiza N. Jiménez E.

Una Dama de Rosas y Tangos. -

Es mi corazón, un cofre de luz y una joya guardo.

Es un secreto que galantea a mi alegre corazón.

A nadie he revelado que lo guardé con el nardo,

ese que me dio mi madre, plena por la emoción.

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Su bello jardín hoy evoco, lleno de nardos y rosas.

Bien trajeada, todos los días y bajo el sol lo regaba.

La gente rumoraba, ya que sus rosas, eran famosas.

El rosal con sus fragancias, mucho velorio adornaba.

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Pero, qué decir de la gentil y majestuosa jardinera.

¡Oh!, mi Dios, era una dama atractiva, de nívea piel.

Se vestía para regar sus bellas flores, quién lo dijera,

Promesa hizo a sus flores de protegerlas y fue Fiel.

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Así era mi madre, una dama, cuya palabra era ley.

Cantora como nadie y, entre riego y riego, una nota,

Una bella voz tenía y, para ella, el Tango era su Rey.

Hablaba con buena prosa, pero, a la vez, era francota.

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Hoy sus recuerdos llenan mi alma de alegría y gozo,

pero su ausencia, hace que brote de mi, un sollozo.