De segunda mano, todas las cosas que fueron nuevas
Todos los vestidos y zapatos, imbricados en vientres de tela
Desfilaron a la par de personalidades del mundo entero
Levantaron las miradas que giraron con las cabezas
Que apuntaron a los contornos, de aquél y de aquella.
Fueron de alguien y llegaron peregrinos a mi paradero
Hendido como el rayo, armado como el trueno
A ser míos y de mis acontecimientos
Aquellos trapos que abrigaron personajes para el recuerdo.
Con sus polifáceticos olores como neblinas inspiradoras
Sílfides del hipocampo benemérito
Quien les concede el honor de ser olor siamés al recuerdo.
Harapos construídos en los cuerpos ajenos
De vidas pasando por raíles descontentos
Por pueblos pintorescos, por calles al revés.
De segunda mano y sin embargo tan propio
Como el sello y huella del hacer cotidiano
Que desarrolla las cosas a su merced liviano
Y asume lo del otro como algo nuestro.