Debo decirlo y por qué no, confesarlo.
Aún no lo logro curarme de ti, aún no consigo que el olvido me arranque de un tirón tu voz, tus ojos, tu piel, tu esencia.
Debo decirte que muy probable seas el ser más hermoso que jamás haya tenido o vaya a tener; pero no por ello, hoy debo seguir rindiéndote mi vida.
He de ser fuerte y comenzar una vez más, con la mirada distante, sí, con las manos cansadas y el ego destrozado; más continuaré.
Fuiste el mal que me llevó a las profundidades de mi ser, y me conocí en la maldad pura; así como fuiste la pasión que me enredó y me desquició por completo, y me enseñaste mi gran debilidad; también, por qué no, me mostraste la cara del amor, ese que yace en tus ojos, escondidos, muy en el fondo, el cual pude disfrutar por un breve momento y me reveló que puedo sentir ese sentimiento profundo, dulce, que me sabe a eterno.
Debo decirlo y confesarlo, aún no logro curarme de ti, porque llegas como un relámpago en mis noches de insomnio o te veo en las calles cuando se cruzan los amorosos en mi camino y estos se entregan en la perennidad de un beso, del cual carezco.
Debo decírtelo y confesarlo, hoy tengo que comenzar a curarme de ti y ver cómo se aleja esa dulce niña de ojos bellos y mirada perdida, la que aún no se encuentra y se pierde en mi horizonte.
Hoy te confieso que sigo ardiendo de esperanzas; pero aun así me despido, para vivir la hermosa vida.
Autor: Bernardo R Villatoro/México
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